Esta semana conocimos la noticia de que César Duarte Jaquez, exgobernador de Chihuahua, se convirtió el prófugo de la justicia.
Otro chihuahuense, Antonio Tarín, funcionario del gobierno de Duarte Jaquez, quiso rendir protesta como diputado federal para alcanzar el fuero porque está acusado y hay orden de aprehensión en su contra por el delito de peculado por la friolera de 300 millones de pesos. El angelito ya consiguió una suspensión provisional de amparo.
Ambos casos se suman a otros de políticos, tricolores todos, sobre los que pesan acusaciones de malversaciones de recursos públicos. Verdaderos robos en despoblado. Que hay muchos: el otro Duarte, que ya lleva medio año prófugo de la justicia; Andrés Granier que está en el bote, hay señalamientos contra Roberto Borge Angulo, contra Humberto Moreira y también contra Tomás Yarrington, todos ellos exgobernadores de Quintana Roo, Coahuila y Tamaulipas, respectivamente.
Se trata de casos sin conexión. Pero de fondo se trata de una conducta delictiva, sobre la que en durante las campañas políticas que inician en el estado de México se va a decir mucho. Los candidatos independientes y de la oposición de manera natural condenarán estos hechos y esta cadena de corrupción y conductas delincuenciales.
Lo interesante será saber qué posición tiene el candidato del PRI y sus aliados sobre el tema. ¿Qué piensa de César Duarte, de Antonio Tarín, de Javier Duarte y hasta del recién detenido nayarita Edgar Veytia?
No es un asunto menor, porque inseguridad y corrupción son los grandes problemas que están en la mesa nacional y, desde luego, en la estatal. Hay otros, pero estos dos atraviesan un sinnumero de fenómenos sociales, todos nocivos para el ciudadano de a pie.
