¿Has escuchado hablar del ADN?, seguramente que sí. Además, como la mayoría de las personas, lo relacionas directamente con la investigación judicial.
ADN significa Ácido desoxirribonucleico. Es decir, el nombre del ácido que almacena todas y cada una de las informaciones genéticas que intervienen en el funcionamiento de cualquier organismo vivo. Su descubrimiento está en la lista de los 10 logros científicos más importantes del siglo XX.
Y, tal como lo piensas, sirve para descubrir a responsables y víctimas de delitos o personas fallecidas. Sin embargo, también se usa para identificar enfermedades en proceso o riesgos de enfermedades, situación que ayuda a anticipar daños y determinar tratamientos médicos personalizados.
Al ADN se le menciona incluso hoy en día por los beneficios que puede aportar a sectores tan diversos como la cosmética o las tecnologías de la información. Es un descubrimiento maravilloso pero también es vulnerable a daños. Me refiero a los daños que le produce en su composición las condiciones del ambiente en que vivimos, nuestra forma de alimentación y niveles de ejercicio y estrés.
El ADN es de sobrada importancia para el desarrollo del ser humano; los científicos lo comparan con un manual de instrucciones, aunque de cada individuo depende cuidar su calidad con fines de salud.
