El ritual priista

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Tal cual una escena de los años 70, 80 y 90, se vio el pasado lunes a México: el presidente, el Partido Revolucionario Institucional, los militantes priistas y el resto de los mexicanos.

Un presidente, erigido a sí mismo y por sus seguidores como un Todopoderoso del que se esperaba su aparición con un anuncio de “quién sería su sucesor; el ungido”.

Así, una vez mostrado al que recibe el beneplácito de quien juró servir a los mexicanos en conjunto, llegó la alabanza de la militancia priista a través de las otrora célebres CTM y CNC que se expresaron hacia el “elegido” con las frases de “bienvenido”, y “ estamos con usted”.

La militancia priista que no se cansa de ser utilizada para mítines y a cambio recibe ayudas, apoyos y favores que solo le alebrestan pues no resuelven sus necesidades de fondo.

Y el resto de los mexicanos, indiferentes o estupefactos. Pero silentes. Dejando hacer y dejando pasar.

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