La presencia de Mark Zuckerberg, dueño de Facebook, frente a legisladores, ahora de Europa, se ha convertido más que en comparecencia en un vals del perdón. Esta semana repitió ante el Parlamento Europeo que él y su equipo no han “hecho lo suficiente para evitar que las herramientas que hemos creado se utilicen también para causar daño”.
¿Que no tendrían que cuestionarlo, sancionarlo, advertirle o darle un ultimátum para que su empresa haga algo por la seguridad de los datos de las personas que usan la red social?, ¿exigirle alguna estrategia para la prevención de posibles daños?, ¿buscar formas de capacitar a los usuarios en el manejo de sus datos personales?
A través de Facebook se pueden registrar casos de robo de identidad, usurpación de identidad, delitos contra la imagen y honor de las personas, creación de falsos perfiles, pornografía infantil, trata de blancas, etcétera.
Facebook es la red social con más usuarios en el mundo de donde se puede adquirir información confidencial de las víctimas. Es inadmisible que continúe funcionando sin medidas concretas de seguridad y aún peor, que se le permita al propietario, dar pasos y hacer giros por los congresos para expresar su perdón.
