Gatopardismo

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Esta semana, el PRI discute su futuro. Como lo ha discutido durante muchas asambleas nacionales, de las que ha salido el mismo PRI. Sólo que con el mote de “nuevo” PRI.

Un “nuevo” PRI es la constante. Pero perdura “el mismo” PRI.

Las fuerzas que han intentado cambiar y transformar al tricolor nunca han sido suficientemente fuertes o poderosas como para lograr su cometido. No lo hicieron ni cuando el PRI perdió dos elecciones presidenciales. No lo hizo el PRI desde adentro, como tampoco lo hizo desde afuera, mientras estuvo 12 años en la presidencia su hermano siamés, el PAN.

Hace más de medio siglo que Daniel Cosío Villegas escribió que “la revolución mexicana nunca tuvo un programa claro”. Tampoco lo tuvo el Partido de la Revolución Mexicana ni el Partido Nacional Revolucionario y no lo tiene el Partido Revolucionario Institucional. Rasgos ideológicos los tiene, pero han ido cambiando conforme a las ideas de los candidatos o de los presidentes en turno: ayer profundamente anticlericales, hoy genuflexos ante la jerarquía religiosa; ayer opuestos a cualquier participación privada en asuntos del Estado, hoy haciendo negocio particular de la cosa pública… Ni siquiera el problema agrario, simiente de la revolución, está resuelto, porque el campesino de hoy vive en condiciones muy semejantes a las de hace un siglo.

Pero el PRI discutirá su “Programa de Acción” este miércoles y jueves en Toluca. No temo errar si digo que el resultado será semejante al de otras discusiones y asambleas. Porque lo del PRI es el gatopardismo: cambiar todo para que todo quede igual.

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