El cerebro y el sistema cardiovascular necesitan de espacios y momentos silenciosos para relajarse al tiempo que se obtienen beneficios emocionales, psicológicos y físicos.
De acuerdo con un estudio europeo, el silencio provoca “neurogénesis” que es el nacimiento de nuevas neuronas por lo que ya se analiza incluir el silencio en los tratamientos para pacientes con Alzheimer y enfermedades neurodegenerativas.
El silencio es beneficioso en todas las edades, en los niños reduce la hiperactividad, mientras que en los adultos reduce el riesgo cardiovascular, el estrés y las palpitaciones.
De acuerdo con los científicos tener momentos de reflexión (en silencio), de pensamiento profundo y meditación permite que las neuronas se conecten mejor, aunque aseguran que esto no significa que las personas se aíslen por completo, si no de llevar una vida normal que aprecie los momentos de silencio y tratar de compensar los ruidos con minutos de ausencia de sonido.
Cuando estamos tranquilos y sin sonidos a nuestro alrededor, el cerebro busca estímulos externos y, en caso de no hallarlos, prestará atención a lo que sucede en nuestro cuerpo: la respiración, los latidos del corazón, la digestión, etc.
El silencio nos ayuda a contactar con nuestro interior e incluso nos permite prevenir enfermedades, ya que reduce el riesgo cardiovascular, así como las palpitaciones y el estrés.
