Importunar

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En estas épocas se han vuelto cosa de todos los días que aparezcan denuncias por acoso sexual en la Meca del cine —léase Hollywood—. Pero también en la industria televisiva y cinematográfica de Estados Unidos y del mundo mundial. Hasta surgió en Francia una corriente para divulgar una posición contraria, fundada en la idea de que no todos los galateos o cortejos torpes pueden llegar a configurar un caso de acoso.

Pero ahora que ha llegado hasta el arriba firmante la noticia de que el programa Los Años Maravillosos se canceló por una demanda de acoso sexual, es hora de entrometerme en el asunto.

Los Años Maravillosos es uno de mis programas favoritos. Idolatré la serie. He visto media docena de veces el capítulo final y escucho con frecuencia sus canciones. Winnie Cooper y Kevin Arnold están entre mis personajes inolvidables.

Por eso ahora que la actriz Alley Mills, que hizo el papel de la madre de la familia Arnold, ha revelado que la serie se canceló por una denuncia de acoso, que al final terminó en un acuerdo entre los acusados y la parte acusadora, tengo que deplorar que películas, series y programas enteros hayan terminado entre acusaciones de acoso, algunas de ellas falsas.

Así que me permito adherirme a la plataforma de Catherine Deneuve y la escritora Catherine Millet. Ellas dicen que la seducción no es un delito y que los hombres deberían tener “la libertad de importunar”.

Lean bien mis cuatro lectores: importunar, no acosar. A un inoportuno —o inoportuna, por qué no— se le manda con cajas destempladas. Si regresa, ya es acoso.

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