La caída de WhatsApp

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Ahora resulta que los humanos además del teléfono celular, no podemos vivir la aplicación WhatsApp. Apenas se registraron fallas del servicio ayer martes, que posteriormente se confirmó que ocurrían a nivel mundial, los usuarios reaccionaron molestos y con desconcierto , a través de la red social Twitter.

WhatsApp acaba de cumplir en el mercado siete años y parece responder cabalmente a los objetivos para los que fue creada: transmitir y recibir mensajería instantánea mediante teléfonos inteligentes en una forma gratuita.

Ambas características han hecho que esta aplicación sea la principal herramienta para conversaciones entre grupos de trabajo, amigos o familiares en los ámbitos público y privado.

No obstante, tal cual sucede con el teléfono celular, la dependencia hacia WhatsApp es ilimitada al punto de causar ansiedad, estrés, irritabilidad, comportamiento compulsivo e incluso agresivo cuando no funciona adecuadamente.

Al llegar a esta situación en que la tecnología se vuelve un fin y no un medio, no queda mas que concluir que la tecnología nos ha rebasado pues en lugar de facilitarnos la vida nos la estamos complicando.

Y lo dijo el astrónomo Carl Sagan: «…la dependencia hacia la tecnología constituye una fórmula segura para el desastre».

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