Para todas y todos aquellos que gastan grandes sumas de dinero en dietas y productos milagro para bajar de peso o quienes asisten a los gimnasios y apenas logran mantener su peso actual, ahora resulta que la dieta más efectiva es ponerse en huelga de hambre.
Al menos así lo evidencian los cuatro kilos que habría bajado de peso Javier Duarte, ex gobernador de Veracruz, acusado de corrupción, en los cuatros días que lleva sin comer en la celda del Reclusorio Norte donde se haya. Un kilo por día. Quién lo diría.
Ni las dietas Atkins, Hamptons o macrobiótica, que consisten en el consumo proteínas, ma ingesta moderada de carbohidratos y la alimentación a base de productos orgánicos logran tales resultados. A más de que dicen las autoridades carcelarias del Distrito Federal que el ex funcionario no reporta daños en su salud.
Eso sí, le proveen agua, miel y limones y lo revisan tres veces al día. Mientras que un mexicano pobre si quiere algo dulce lo recoge del piso o la basura; no tiene acceso a un médico y menos tres veces al día.
La condición de Javier Duarte está pasando se acusado a víctima, tanto en términos legales como personales. Se le presentó como prófugo de la justicia y ahora se menciona que es perseguido político; también pasó de cínico a miserable. ¿Qué sigue ahora?
