Dicen los que saben que la economía mexicana se está enfriando. Y que se va a enfriar más, aunque todavía no nos explican por qué.
Desde luego, sospechamos que los desaires del gobierno de Donald Trump tienen que ver con lo que sucede en la economía mexicana. Y también que la cotización del dólar estadunidense fremnte al peso mexicano tienen lo suyo. Y el gasolinazo, sin duda alguna, puesto que ha elevado la inflación. Pero no se puede olvidar tampoco la deuda mexicana como elemento sustantivo.
De esta última hago un aparte, porque los economistas y estudiosos del tema aseguran que andamos en condiciones semejantes a las del sexenio de Carlos Salinas, que todos sabemos —menos el susodicho Carlos Salinas de Gortari— que fue el detonante de la crisis de 1994 y 1995, con todo y su devaluación del 100 por ciento del peso frente al dólar.
Pues por esa y otras razones, la economía mexicana camina a paso muy lento. Mucho más despacio de lo que esperábamos y muchísimo más lento de lo que se requiere para sostener a esta nación y sus casi 120 millones de habitantes.
Desde luego, es producto del momento. Pero también de una serie de inercias que venimos arrastrando desde hace medio siglo, del escaso empuje del mercado interno, de la falta de desarrollo en el México rural o semi urbano, de la corrupción como factor que ha impedido la aplicación correcta de los recursos públicos, y de muchos atavismos y de apuestas fallidas.
Desde este primer bimestre del año es posible adivinar que la economía de México crecerá poquito. Y que ese escaso crecimiento ni lo notaremos.
