A simple vista, pareciera que las mujeres están desplazando a los hombres en puestos de seguridad. Se les ve cada vez más vigilando accesos a instalaciones públicas y privadas, al igual que previniendo robos y manteniendo el orden en general.
Sin embargo, las estadísticas muestran que no se trata de relegar a los hombres de una labor habitualmente identificada con ellos, sino que las mujeres se han interesado en los trabajos de vigilancia y protección, por gusto y convicción, y el resultado ha sido la confianza de la ciudadanía.
Pero a pesar de este logro, los compañeros policías son el factor en contra ya que las acosan, insultan y menosprecian. Las razones obviamente son celos profesionales y envidia.
La seguridad en México es tema de todos los días y si las mujeres deciden incorporarse a esta área se trata de un acto de valentía plausible que como tal debiera ser reconocido por los hombres, pues la esencia de la seguridad pública es el bienestar conjunto, ¿o no?
La misoginia es solo un prejuicio que puede tirarse de la cabeza.
