La pobreza

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El periodista polaco Ryszard Kapuscinsky recordaba que conoció aldeas africanas donde no le pedían ni agua ni pan ni juguetes, sino bolígrafos porque iban a la escuela  y no tenía con qué escribir sus lecciones. Un tipo de pobreza que no conciben los hombres y mujeres del poder.

El concepto de pobreza que tienen nuestros políticos y funcionarios públicos se refiere al hambre.

Aunque la pobreza tiene muchas dimensiones, puesto que va más allá de no tener dinero: alcanza la calidad de la educación, el ejercicio del derecho y libertad para moverse —tanto geográfica como económicamente—. Está en las condiciones en las que vivimos, en los servicios y en la vivienda, en la enfermedad, así como en el analfabetismo, la violencia, el debilitamiento de los lazos sociales y la ruptura de las familias, la improductividad, la incomunicación digital, la ignorancia y hasta la falta de un futuro cierto.

Las campañas electorales rumbo a la presidencia de la república comenzaron hace una semana. En ellas hay muchos lugares comunes y muchas expresiones generalistas. La pobreza demanda planes específicos.

La pobreza encauza a muchas personas sin futuro visible a convertirse en criminales. La pobreza te pone en el camino del migrante. La pobreza te hace aceptar trabajos precarios. La pobreza te impide tener agua aunque vivas en una zona residemcial. La pobreza te impide acceder libremente a la educación, la ciencia y la cultura. La pobreza impide curarse de una enfermedad. La pobreza te obliga a aceptar dádivas y promesas vacías. La pobreza te hace creer en iluminados. La pobreza te infunde temor de perder lo poco que tienes. La pobreza hace de la revancha un argumento político.

La pobreza es el gran pendiente de este país. Y lo es desde hace 100 años, cuando estalló la revolución.

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