Los perros tienen conciencia de sí mismos

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Su autoconciencia crece a medida de que el perro tiene más edad.

Un nuevo estudio del investigador Roberto Cazzolla de la Universidad Estatal de Tomsk, en Rusia, demostró que los perros también tienen conciencia propia, desarrollando una variante del “test del espejo” que se centra en otros órganos sensoriales. Esta prueba podría demostrar que otros animales no-humanos también tienen esta conciencia, y pone de manifiesto la necesidad de dejar de lado la visión antropocéntrica en esta materia.

 

La discusión sobre las capacidades cognitivas de los animales no-humanos siempre ha sido un foco de debate bastante controvertido en la biología. Una vez demostrada la capacidad de ciertas especies para crear representaciones mentales de los objetos, e incluso su consciencia acerca de sus conocimientos, tan solo quedaba en el aire la discusión acerca de las emociones y los sentimientos.

 

La prueba del espejo

 

Hasta ahora, para demostrar esa capacidad los científicos utilizaban la llamada “prueba del espejo de auto-reconocimiento ” (MSR, por sus siglas en inglés): en él, el animal en cuestión (se ha aplicado mayormente a chimpancés y niños humanos) es colocado frente a un espejo, y se comprueba su reacción a una marca, un punto rojo, que se les ha pintado sin que se percaten de ello en una fase previa del experimento.

 

La teoría es que, al no saber cuándo ni dónde se les ha pintado la marca (por estar distraídos o anestesiados), los sujetos del experimento solo la tocarían en su propio cuerpo tras verla en el espejo si se reconocieran a sí mismos en la figura reflejada; serían así, por tanto, capaces de tener conciencia propia y distinguirse del resto de individuos de la especie.

 

Con esta premisa, el investigador desarrolló una nueva prueba para el llamado mejor amigo del hombre. Al ver que, sometidos al test del espejo, los perros se dedicaban a orinar a su alrededor y olerlo, decidió centrar las pruebas en el órgano sensorial olfativo.

 

El nuevo test era una versión modificada da prueba del espejo, y se basaba precisamente en ese comportamiento canino de olfatear la orina tanto propia como de sus semejantes. Ya en 2001 el investigador Marc Bekoff utilizó un estudio similar (“prueba de la nieve amarilla”) para medir las diferencias entre el tiempo que un perro olía su propia orina y el que dedicaba a la de otros individuos.

 

Con esa idea en mente, Cazzolla desarrolló la “prueba olfativa de auto-reconocimiento” (STSR, por sus siglas en inglés): recogió muestras de orina de cuatro perros distintos, y realizó cuatro pruebas durante un año. Tras una valla colocaba cinco muestras, cuatro con algodones manchados con la orina de los animales, y una con un algodón sin olor; luego, los animales entraban por separado durante 5 minutos al cercado, y se comprobaba el tiempo que dedicaban a cada muestra.

 

El experimento arrojó un resultado doble: no solo los perros dedicaron más tiempo a la orina de los otros animales, sino que a la suya propia le dedicaban menos tiempo a medida que su edad era más avanzada. Se demuestra así que no solo los perros tienen conciencia propia (aunque se demuestre en su capacidad olfativa, y no visual) y pueden reconocer su olor, sino que esa autoconciencia crece a medida que son mayores, exactamente lo mismo que sucede en los seres humanos.

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