Contemplar el mar sí tiene un efecto sedante porque estabiliza la presión arterial y disminuye el ritmo respiratorio, así lo asegura un estudio realizado por neurocientíficos de la Universidad de Stanford en Estados Unidos.
Los resultados de la investigación revelan que los causantes de este efecto tranquilizante son el color azul del mar y el sonido que producen las olas.
De acuerdo con los neurocientíficos, cuando estamos junto al mar nuestro cerebro relaciona el sonido de las olas con el líquido amniótico del vientre materno, lo que provoca un ritmo controlado de la respiración, dándonos sensación de seguridad y tranquilidad.
Mientras que contemplar el color azul, considerado de la meditación, profundiza la respiración brindando un efecto calmante, con sensación de paz y quietud; lo que ayuda a reducir la presión sanguínea, mejorando nuestra salud.
