Han decidido imponerle el nombre de José María Morelos y Pavón al salón de sesiones de la Cámara de Diputados del estado de México.
Ahora mismo tiene el carácter de propuesta, pero es una decisión tomada que se va a materializar en diciembre próximo, cuando se cumplan 200 años del fusilamiento del llamado Siervo de la Nación —ocurrido en San Cristóbal Ecatepec—.
Nadie puede negarle méritos al generalísimo Morelos.
Ni los homenajes públicos que le quieran hacer los políticos, aunque sería mejor que practicaran sus preceptos.
Los de los Sentimientos de la Nación, por ejemplo. ¿Qué tal el artículo séptimo, para que no se perpetúen en los cargos? ¿O el décimo segundo, para que se reduzca realmente la pobreza y se acabe la opulencia? ¿O el vigésimo segundo, para que se impongan contribuciones justas?
Porque si de homenaje se trata hay personajes de la historia local que también los merecen.
Nadie puede regatearle virtudes al que fuera cura de Carácuaro. El arriba firmante menos que nadie, pero sí pienso que a Morelos lo tenemos más que presente en calles, avenidas, escuelas, teatros, auditorios, salas y un largo etcétera.
¿De qué otros personajes hablo? Pues del cura Oviedo, o de Pedro Ascencio, o de José María Luis Mora, o de Leona Vicario y de muchos más, que sin estar vinculados con la Independencia también tienen sus méritos y menos reconocimiento. Pero es decisión tomada.
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