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Pasó el segundo debate entre los candidatos a la presidencia de la república y no hubo nada, ni siquiera una de las proverbiales ocurrencias de El Bronco, que se haya convertido en un gesto o un hito que vaya a cambiar el estatus de las campañas electorales.

Se acerca el último mes de las campañas presidenciales y es previsible que los cuatro candidatos aprieten el paso y dinamicen sus respectivos recorridos y mensajes. En búsqueda de los electores aún indecisos, pero definitivamente interesados en acudir a las urnas el domingo 1 de julio de 2018.

Desde luego que el hecho de que los candidatos presidenciales intensifiquen sus campañas debería tener como resultado una mayor participación ciudadana en las urnas. Pero eso no puede garantizarlo ni Dios padre, porque los mexicanos somos una raza que se queja por todo, aunque le endose la responsabilidad de hacer algo a los demás.

Ahora, por ejemplo, hay un enorme disgusto hacia la administración del presidente Enrique Peña. Pero el nivel de participación en esa elección fue de 62 por ciento de los ciudadanos, por debajo de la participación histórcamente más alta de 77 por ciento registrada en 1994.

De hecho, los partidos calculan un 65 por ciento de participación en la elección de este año, es decir, 2 de cada 3 ciudadanos. Pero dada la polarización latente, nadie quedará contento. Razón de más para alentar el ejercicio del voto. Por el que quieras o contra quien quieras, al fin que todas las razones son válidas para votar… Todas.

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