Uso excesivo de tecnología provoca daños visuales

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“Si bien el uso de nuevas tecnologías como smarthphones y tablets es sumamente beneficiosa para el desarrollo educativo y laboral, su abuso genera alteraciones físicas en el ser humano”, aludió Maricela Bolaños Amaya, especialista en oftalmología pediátrica del Hospital Materno Infantil del Instituto de Seguridad Social del Estado de México y Municipios (ISSEMyM).

Derivado de la radiación emitida, el uso prolongado de dispositivos móviles genera daños en el sistema visual, ocasionando cansancio crónico, además al ser un mecanismo de interpretación genera agotamiento mental, falta de oxigenación al cerebro y alteraciones del sueño.

“Al no parpadear se pierden componentes de la película lagrimal y esto, principalmente en niños, hace que empiecen a ver borroso y la mayoría no lo manifiesta inmediatamente. En algunos casos se presentan lagunas mentales, fatiga visual. El exceso de exposición a este tipo de tecnología los hace propensos a un infarto ocular o hasta a nivel cerebral”, informó.

La especialista alertó que usualmente los infantes atraviesan por momentos de agresividad, impulsividad y déficit de atención reflejados en su rendimiento académico y social, así como la afección de sus ciclos de sueño y la interacción con su entorno familiar, lo cual provoca poca plasticidad cerebral para interpretar y ser coherentes entre lo que piensan, lo que hacen y lo que dicen. El niño puede presentar trastornos de conducta y/o pierde el interés por otro tipo de aprendizaje e interrelación.

Agregó que las alteraciones también se pueden presentar físicamente en manos, hombros, espalda y cuello, resultando en lesiones del carpo, lesiones de contractura e hiperlaxitud, tendencia a desarrollar inflamación en sus articulaciones o incluso pueden presentar artritis.

Para finalizar, Bolaños Amaya detalló que la mejor forma de prevenir el uso excesivo y un posible daño es el acompañamiento por un adulto, el uso programado de los aparatos audiovisuales y el desarrollo de nuevos hábitos que involucren  a la familia como lo es la lectura, salir por la tarde al parque o actividades que incluyan un desarrollo físico y social del menor.

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