Se supone que debería dedicar este artículo a comentar el debate entre los candidatos a la presidencia de la república.
Pero a mí la verdad el debate me viene guango.
Especialmente porque apenas termina el debate, y las maquinarias de los partidos y candidatos hechan a andar un mecanismo en el que afirman que ganaron in-du-bi-ta-ble-men-te el debate. Y unos minutos después empieza a caminar el operativo con el que sus respectivos voceros —que suelen ser muchos— se dan a tarea de afirmar, en entrevistas sin ton ni son, que su candidato ganó de calle, con las mejores propuestas o los mejores ataques.
Así que en realidad no tiene caso que mencione el debate de anoche entre Amdrés Manuel López Obrador, Ricardo Anaya, José Antonio Meade, Margarita Zavala y Jaime “El Bronco” Rodríguez —señalados en orden de preferencia, según las encuestas—.
Así que voy a lo que sigue: ¿algún debate ha inclinado la balanza en favor de algún candidato? ¿ganar un debate ha significado que las tendencias se vuelquen en favor de algún candidato?
Sin temor a equivocarme, diré que no.
Ahí están los debates de la elección presidencial en Estados Unidos, que según la opinión pública ganó la candidata Hillary Clinton. Que perdió la elección.
Ahí están los debates de la elección de gobernador del estado de México en los que la opìnión pública vio ganar a Juan Zepeda. Que perdió la elección.
Ahí están el debate del debate que perdió Vicente Fox hace 18 años, pero que le hizo ganar la presidencia. O el que ganó Patricia Mercado en 2006, que de ningún modo significó que ganara la elección. En 2012, el más atacado fue Enrique Peña y así ganó la elección.
Dicho en pocas palabras: ganar un debate no consigue gana una elección.