La famosa consulta del aeropuerto

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Medio mundo se ha dado vuelo con la consulta que el presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, plantea para decidir el futuro del aeropuerto de la Ciudad de México. 

Desde luego, es un despropósito. Solamente quienes tienen una opinión técnica sólida podrían opinar sobre el caso. Y los más chipocludos en el tema lo han hecho ya: el nuevo aeropuerto en construcción es la mejor alternativa.

Lo ha sido desde que se determinó que es imposible que el actual aeropuerto crezca. Desde que se supo que ya era insuficiente. Y de eso hace ya como dos décadas. El nuevo aeropuerto ya estaría listo si a Vicente Fox no le hubieran temblado las botas y se hubiera mantenido firme en la decisión de construir en terrenos aledaños a los actuales. Pero ya sabemos lo que pasó: los macheteros de Atenco doblegaron al lenguaraz expresidente.

Ahora, pese a los miles de millones de pesos gastados en construir las bases del nuevo aeropuerto, se pretende echar por la borda el proyecto. Los argumentos son los daños ambientales, los vestigios de arqueología destruidos y los contratos por montos estratosféricos. Los primeros y los segundos ya son imposibles de detener o revertir. Los contratos, por el contrario, se pueden revisar y recomponer.

El emplazamiento del nuevo aeropuerto es viable. Que lo decida una consulta es una barbaridad.

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