Esta semana no le ha ido nada bien a la policía. Si de por sí tiene una imagen de ineficacia en la prevención y procuración de justicia, ahora su descrédito se acentúa por las estadísticas en participación en actos delictivos.
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Es el Inegi quien da a conocer que cada policía interviene en más de un caso de corrupción, principalmente sobornos; ya sea que recibe dinero o lo pide, en función del trabajo que realiza.
Por otra parte, la misma fuente, el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática, señala que 8 de cada 10 policías en México tienen obesidad o sobrepeso.
Esa condición deriva en que muchos de ellos están enfermos del corazón o padecen diabetes lo que a su vez hace cuestionar la capacidad o competencia para cumplir adecuadamente obligaciones, empezando por la persecución y arresto de sospechosos de delitos.
La policía tiene la admirable labor de investigar y capturar a “los malos” aunque en la vida real y entorno mexicano su realidad estadística que está corrompida y enferma.