El Estado de México está al borde de «desvielarse», pues con los diversos actos violentos ocurridos se ha convertido en una zona de alerta en el país que ha provocado desajustes, señaló el vicario de la Diócesis de Toluca, monseñor Guillermo Fernández Orozco.
«El estado en estos momentos es un río revuelto y depende de nosotros que llegue de nuevo a la calma», dijo. Al final de la misa dominical, sostuvo que si bien la entidad mexiquense no da miedo, los hechos de violencia han creado una preocupación constante como en otros estados del país.
Ello, aseguró, implica incertidumbre, sobre todo si sólo se focaliza ese aspecto y se pasan por alto otras cosas positivas que existen, «sí es una situación de preocupación y de cuidado, sí hay que incrementar medidas de seguridad no sólo oficiales sino personales, pero por otra parte hay que acentuar otros aspectos positivos que nos hacen tener esperanza», añadió.