El impacto económico de la pandemia de Covid-19 es incalculable. A lo largo de 2020 se han perdido 646 mil empleos en el la república mexicana. En la Ciudad de México han quebrado 35 mil establecimientos comerciales. En el estado de México los restauranteros calculan en 36 mil millones de pesos los ingresos perdidos.
Se trata sólo de parte de lo visible del iceberg. En la economía informal, en lo profundo de la vida económica del país las pérdidas y los descalabros se acumulan.
El estado de México y la Ciudad de México llevan un mes sin actividades económicas esenciales, en medio del periodo más importante del año para el sector comercial. Estas dos entidades representan 25 por ciento del PIB nacional.
Y otras actividades económicas están detenidas. Tratando de sobrevivir, en estado de adormecimiento, para esperar la siguiente apertura.
Uno de estos sectores son los clubes deportivos, donde durante el semáforo naranja fue posible desarrollar actividades saludables y de bienestar integral, complementarias a las medidas de sanidad y protección contra la pandemia. Donde a diferencia de otras prácticas deportivas, existen controles y servicios médicos.
La Asociación de Gerentes y Administradores de Clubes ha solicitado que se les considere una actividad esencial. Se trata de espacios que brinda seguridad, higiene y salud al fortalecer el sistema inmunológico, en los que se desarrollan actividades al aire libre para todas las edades y se practica la integración familiar.
En alguna medida son centros de entretenimiento, pero muy distintos a los bares y antros que permanecen abiertos desafiando a las autoridades.
Los clubes deportivos proveen espacios al aire libre y actividades mediante las cuales se equilibra la salud física y mental. Son complementarios a las medidas de salud. La petición de la Asociación de Gerentes y Administradores de Clubes debería ser revisada con seriedad, sin prejuicios, incuso con revisiones acuciosas, antes de dejarla de lado.
