Cuando estamos en problemas y no podemos resolverlos, los mexicanos decimos que «nos lleva el tren». Y si no logramos solucionarlos «nos llevó el tren». Claro, esto es en sentido figurado porque ningún tren nos transportará a ningún lado por nuestra capacidad o falta de ésta para resolver algo.
Pero , ¿qué tal si de verdad nos lleva un tren, como el que arrolló a dos tráilers en el cruce de Paseo Tollocan y Comonfort, el pasado miércoles?
Aquello no fue imaginario sino consecuencia de la imprudencia y temeridad de los conductores.
Intentarle ganar el paso a un tren es un acto necio, torpe; carente de inteligencia. Es ponerse al nivel de la muerte. Al tren le toma tiempo detenerse; a los automovilistas no.
La prudencia nunca yerra.