Los smartphones se han convertido en el aliado ideal de muchas personas que emplean este dispositivo para temas laborales, amicales o de simple diversión.
Sin embargo, la frecuencia con la que se usa provoca que estén propensos a sufrir una aparatosa caída. Algunos tienen la suerte de sufrir algunos rasguños, pero otros acaban con la pantalla casi destruida.
Ante esta escena adversa, la de tener nuestro móvil con la pantalla prácticamente inservible, los usuarios se enfrentan a la duda de seguir utilizando su equipo tal cual esta o invertir una considerable suma de dinero para cambiarle totalmente la pantalla. Si nuestra economía nos fuerza a elegir la primera opción, cabe preguntarse si utilizar el móvil en esas condiciones nos hace correr algún peligro.
Según un artículo del portal ABC, que cita al responsable del Colegio de ópticos y Optometristas de España, señala que el único problema es que cuando la pantalla de nuestro móvil está rota puede haber una distorsión de las letras, pero no es peligroso para la vista.
«Lo dañino es abusar de un dispositivo móvil, de una tablet o un de un videojuego durante muchas horas al día, ya que la luz azul si es nociva para los ojos, pero si la pantalla está rota no influye demasiado», precisa el artículo.
No obstante, si existen riesgos de que los usuarios sufran algunos cortes al intentar usar un smartphone con la pantalla agrietada. «En el momento en el que pasas el dedo y la zona raspa, es muy fácil que se desprendan unos cristales muy pequeños que se pueden quedar clavados», señala Víctor Berzal, un especialista en temas de reparación de celulares, citado por el citado portal.
Por otro lado, cuando tenemos nuestro móvil con la pantalla destruida tenemos dos opciones para repararlo: cambiar el módulo completo, es decir el cristal que se ha roto más la parte interior, la otra opción más económica es solamente cambiar el cristal agrietado, que es la zona superior.