El cambio climático es un tema que nos atañe a todos y del que sabemos muchas afectaciones; un estudio reciente habla de la relación de esta problemática con la disminución del tamaño del cerebro humano.
Aquí, el cambio climático se considera como un factor ambiental utilizando múltiples registros paleoclima que prueban la temperatura, la humedad y la precipitación frente a los cambios en el tamaño del cerebro en 298 especímenes de Homo durante los últimos cincuenta mil años.
A través de registros regionales y globales del paleoclima, el tamaño del cerebro en Homo promedió significativamente más bajo durante los períodos de calentamiento climático en comparación con los períodos más fríos.
Las épocas geológicas mostraron patrones similares, con períodos de calentamiento del Holoceno, que comprendían individuos con cerebros significativamente más pequeños en comparación con los que vivían durante los períodos glaciales al final del Pleistoceno tardío, reveló el estudio.
Al probar los patrones espaciotemporales, la respuesta adaptativa parece haber comenzado hace aproximadamente 15 mil años y puede persistir en los tiempos modernos.
En menor grado, los niveles de humedad y precipitación también predijeron el tamaño del cerebro, con períodos áridos asociados con un mayor tamaño del cerebro en Homo.
Los hallazgos sugieren una respuesta adaptativa al cambio climático en el tamaño del cerebro humano impulsada por la selección natural en respuesta al estrés ambiental.
El clima no sería el único factor
El tamaño del cerebro humano se redujo en 10,7% durante el periodo de calentamiento del Holoceno. También los niveles de humedad y las precipitaciones parecen influir en el crecimiento del cerebro, aunque en menor medida que la temperatura, según el estudio.
El estudio señala que existe un vínculo entre el cambio climático y el tamaño del cerebro humano, pero también otros factores que influyen en este fenómeno, como el ecosistema, la cultura o la tecnología.
La variable principal probada aquí fue el cambio de temperatura global. Existe una base sólida para que las diferencias de temperatura afecten el tamaño del cerebro, pero eso no se ha demostrado previamente evolutivamente.