Es una verdad generalmente aceptada —de tanto que se repite—, que los mexicanos nos distinguimos por ser creativos, ingeniosos y requete buenos con la improvisación.
Inventar un problema para cada solución o una solución para cada problema. Una cosa fabulosa cuando se trata de salir al paso de inconvenientes agazapados a cada paso. Y también cuando se trata de programas, planes, acciones y proyectos que se supone que deben estar perfectamente definidos,
Eso se ha dicho, por ejemplo, del actual gobierno federal. Hace un par de años la Confederación Patronal de la República Mexicana describió al actual gobierno federal señalando que la característica había sido “la abundante improvisación”. Tal epíteto podría ser aplicable hoy mismo, cuando en el debate están los programas educativos de la “nueva escuela mexicana” y los famosos y celebres libros de texto gratuito —que algunos han descubierto que tienen contenido “ideologizante”, aunque las ideologías están presentes en esos textos desde que aparecieron—.
Improvisación aquí y allá. En lo de tener una farmacia así, grandototota, donde ella medicinas de todo tipo y clase para acabar con el desabasto de medicamentos. En el pasado en la atención de la pandemia. Y también en lo de entregar a militares cualquier cantidad de responsabilidades gubernamentales.
Ocurrencias que se repiten también en ámbitos locales y estatales. Ahí está la creativa solución del alcalde de Cocotitlán, Félix Guzmán, a una grieta de muy padre y señor mío que se abrió en el transcurso del fin de semana y que en vez de analizar, estudiar, buscar las causas y prevenir consecuencias, el señor presidente municipal mandó tapar con toneladas y toneladas de tepetate. La lógica es irrebatible: ya no hay grieta, ya no hay problema…
Y así. Soluciones “prácticas”, fruto de la creatividad rústica que no es exclusiva de las administraciones municipales.
Ahí está también el repentino furor por avanzar en la repavimentación de la vialidad Las Torres que logró paralizar desde el medio día de ayer martes avenidas como Paseo Tollocan o Paseo Colón. Y todo porque ya le llegó “el cinco para las 12” a la actual administración estatal y hay que hacer las cosas, así sea sin estudio ni preparación, al revés de lo que ocurre en las grandes capitales del mundo. En la provincial determinación de los funcionarios públicos, no cabe la reflexión; lo que importa es terminar a costa de lo que sea.
A la mexicana, dirán algunos de mis atinados cuatro lectores. Que en la vida cotidiana pueden tener resultados, hasta por casualidad o chiripa, pero que en la administración pública son un quebranto para muchos.