Seguro que en más de una ocasión has tenido que “pararte y pensar” en dónde pusiste las llaves o qué tareas tenías pendientes para el día de hoy. Este estado de animación suspendida es bastante común, ya que parte tu cerebro actúa como un botón de pausa cuando estás enfocado en algo.
Así lo indican los investigadores de la Universidad de Copenhague en Dinamarca, tras estudiar este efecto en un grupo de ratones. La mayoría de los animales tienen momentos en los que necesitan hacer una pausa en un cuadro congelado perfecto y dejar que el mundo se apodere de ellos. Es por eso que sus extremidades se bloquean, la respiración cesa y la frecuencia cardíaca se ralentiza hasta que no queda nada más que la tarea en cuestión.
Por lo general, en los ratones esto ocurre cuando son presas del miedo. Pero depredadores como los humanos tienen sus propias razones para jugar a las estatuas, basadas en la necesidad de concentración en lugar del pánico.
Así que, si alguna vez has sentido que tu cuerpo se congela mientras estás pensando en algo profundamente, aquí te ofrecemos la explicación a este efecto de “imagen congelada”.
Todo en pausa menos el cerebro
Si somos como los ratones estudiados por los investigadores, entonces una selección de células en una parte del tronco encefálico llamada núcleo pedunculopontino (PPN) podría ser responsable de poner nuestro cuerpo en pausa. Esta región suprime el tono muscular cuando se estimula y puede paralizarnos en respuesta a un estímulo defensivo.
La detención motora global es una función relativamente bien estudiada del sistema nervioso, con vías trazadas entre la parte inferior del tronco encefálico y la amígdala, o “centro del miedo”, y la sustancia gris periacueductal en el mesencéfalo. Sin embargo, los animales como nosotros tenemos muchas razones para detenernos repentinamente.
Para localizar las células cerebrales responsables de esta congelación motora, los investigadores utilizaron ratones diseñados para tener neuronas especiales “activadas por la luz” en el PPN. Fue entonces cuando descubrieron tres clases distintas de células nerviosas en esta región del tronco encefálico implicada en condiciones como la parálisis del sueño: neuronas glutamatérgicas, colinérgicas y gabaérgicas.
Al activar las neuronas glutamatérgicas de la PPN, los roedores ralentizaban sus movimientos. Esto los ayudaba a volverse más exploradores en el entorno. Pero al restringir la activación de las neuronas glutamatérgicas, los ratones se detuvieron, se congelaron y luego reanudaron su actividad anterior.
Este patrón de “pausa y reproducción” es muy singular, y no se parece a nada que hayamos visto antes en otros animales. Sin embargo, los investigadores creen que ello permite a las presas concentrarse y así evitar ser detectadas por un depredador.
Imágenes congeladas en humanos
Los humanos también tenemos un PPN, por lo que no es una gran exageración suponer que también contiene una pequeña población de células nerviosas que coordinan nuestros músculos en un momento de “parar y pensar”. Y como cualquier pieza de cableado neurológico, puede descomponerse con el paso del tiempo. Por lo tanto, es muy posible que los movimientos lentos o detenidos en las personas con Parkinson puedan ser el resultado de una activación excesiva de estos nervios específicos en el cerebro.
Aunque no todas las investigaciones han reportado los mismos resultados, la mayoría sugieren que los músculos humanos también se bloquean por completo debido a un núcleo pedunculopontino. En este sentido, este descubrimiento no solo nos ayuda a mapear la ubicación de los tejidos que contribuyen a enfocarnos más en una tarea dentro la mente humana, sino que también podría ayudarnos a comprender mejor el progreso de los síntomas en afecciones neurodegenerativas.
“No se parece a otras formas de movimiento o detención del motor que nosotros hemos estudiado. Allí, el movimiento no necesariamente comienza donde se detuvo, sino que puede comenzar de nuevo con un nuevo patrón. Esto puede ayudarnos a comprender la causa de algunos de los síntomas motores”.
Haizea Goñi-Erro, neurocientífica y autora principal del estudio
En definitiva, el cerebro pone “en pausa” todo nuestro cuerpo cuando siente que es necesario concentrarse o cuando hay algún problema en el entorno.