Mis estimados cuatro lectores, hagan favor de ajustar sus relojes políticos: estamos a un mes de que inicien las campañas electorales locales en el estado libre y soberano de México.
Si el calendario no ha cambiado —y del gregoriano nos regresaron al juliano—, apenas terminada la Semana Santa los aspirantes, aspirantas y aspirantos empezarán a meter el acelerador rumbo a la jornada electoral del 2 de junio, en el que los mexiquenses votaremos por presidenta o presidente, integrantes del Senado de la República así como de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, además de votar por los ayuntamientos y la Legislatura local. Una chulada de elección, con miles de candidatos y cualquier cantidad de tránsfugas.
Los candidatos a los cargos de elección federal ya están definidos e inscritos ante las autoridades correspondientes. Y aunque nadie los vea —salvo el caso de las aspirantes a la presidencia—, dicen que andan en campaña. Con la esperanza de que la gente vote por ellos a ciegas o vote por las siglas de los partidos o coaliciones correspondientes, sin saber quién es Fulano o Perengana de Tal, los candidatos.
Mientras,en lo local, a los partidos políticos y a las coaliciones en el estado de México se les está haciendo bolas el engrudo.
A dos meses y medio de las elecciones de junio próximo, a un mes de que inicien las campañas electorales locales, el próximo 26 de abril, las candidaturas se están definiendo a cuenta gotas.
Quienes toman las decisiones está deshojando la margarita con mucha calma o en medio de grandes presiones.
Y todo parece indicar que en un proceso político que se antoja muy competitivo, las presiones de líderes, grupos y caciques, ha puesto en jaque a las dirigencias formales, lo mismo que las disputas entre liderazgos antiguos y emergentes.
Hay amagos, berrinches, amenazas, venganzas, pataleos y estos se extienden y profundizan. Se corrompen y emponzoñan las diferencias al interior de las fuerzas políticas. Y hay que afirma que dará un golpe sobre la mesa para imponer su preferido o preferida —o preferide—, así que ni lo que ya está definido “está escrito en piedra”.
Y se hacen bolas. Porque todos y todas juran o perjuran que son los elegidos. En algunos municipios ya están definidos los aspirantes y en otros las definiciones de atrasan y se enredan.
Estamos a un mes del inicio de las campañas locales. Y el tiempo no se detiene.
Muchos esperaban que antes de la Semana Santa los ungieran con palmas y ramos. Y otros solamente esperan que sus adversarios den “las tres caídas” o ruegan porque ellos no resulten los crucificados.
Porque son tiempos de purificación, reflexión y contemplación. Tiempos de los que se “lavan las manos” y de los que cambian a su mesías por un ladrón cualquiera. Y, por qué no decirlo, hasta tiempos de que los muertos resuciten.