La candidata presidencial de la oposición, Xóchitl Gálvez, ha revelado algo que muchos sospechábamos: no tuvo apoyo absoluto de los partidos que la postularon. La suya fue una candidatura construida de forma endeble y en medio de muchas mentiras y simulaciones. No hubo recursos, no hubo acciones y tampoco una estructura nacional que articulara las simpatías hacia la hidalguense.
Sólo hubo regaños y correcciones.
Gálvez ha señalado que en varios estados del país se hizo evidente la falta de estructura del PRI, PAN y PRD. Que el trabajo ciudadano fue mucho más visible.
Y esto constituye la evidencia de que los partidos antes hegemónicos se han desmoronado.
También es evidente que la entelequia de ser la candidata con más repercusiones en las redes sociales no pudo traducir esa quimera en votos. Que las redes sociales crean una corriente sin construir acción. O que los partidos son incapaces de entender en qué espacios de comunicación sí hay una reacción material y en cuáles la discusión permanece en las plataformas.