De manera constante, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía, el INEGI, da a conocer la variación en los precios de los principales productos y servicios en el mercado y, aunque puede parecer que las alzas en ciertos artículos no son representativas o dignas de preocupación, lo cierto es que sí porque el incremento amenaza la seguridad alimentaria de muchas personas y familias, y en un punto realista, estamos hablando de que el costo de vida se eleva. A este respecto tiene que hacerse notar que en México, 4 de cada 10 personas no pueden costear su alimentación con su ingreso laboral, de acuerdo con el Coneval, Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social.
Esto es, no les alcanza para adquirir artículos comestibles de primera necesidad, productos de limpieza e higiene personal y bienes complementarios. No viven de manera digna.
Lo que aquí aplica es incrementar el salario mínimo de los trabajadores y el número de salarios que reciben, para ayudar a mejorar su poder adquisitivo así como crear, mantener o expandir programas de asistencia alimentaria, entre cupones o bancos de alimentos, pueden proporcionar a las familias acceso a alimentos a precios reducidos o gratuitos, aliviando sí la carga de los costos alimentarios en sus presupuestos. Las alzas en los productos y servicios impactan a las familias de bajos ingresos que se ven obligadas a constantes recortes en su consumo y limitadas en calidad de vida.
