La luz amarilla del semáforo

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Algo que pasa comúnmente a la hora de manejar es que los automovilistas, motociclistas y quienes van a bordo de una bicicleta o a pie se pasan los semáforos en amarillo sin pensar en las consecuencias. El semáforo amarillo aparece después de la luz verde y antes de la luz roja. Su función principal es alertar a los conductores que el semáforo cambiará a rojo, lo que significa que deben estar listos para detenerse. Pero ocurre que muchos conductores interpretan la luz amarilla como una señal para acelerar y pasar antes de que cambie a rojo. Por eso es por lo que se hace importante no ir a velocidades rápidas, evitar la distracción del manejo con el teléfono celular y la conversación con el resto de los tripulantes.

El origen del semáforo como tal tiene su haber en el año 1923, hace 101 años, a cargo de Garrett Morgan, un inventor y empresario afroamericano, que patentó su diseño consistente en una caja con tres señales, una roja, una amarilla y una verde, que operaban con un sistema de cables y palancas y se instaló por primera vez en la ciudad de Cleveland, Ohio, Estados Unidos. Hoy no sabemos con precisión cuántos semáforos hay en el mundo, pero al menos Nueva York se coloca como una de las ciudades la mayor cantidad; hay un semáforo en cada esquina y según el Departamento de Vehículos Motorizados, en total hay dos millones cien mil. Ya te imaginarás que los semáforos surgieron porque con la llegada de los vehículos a motor a finales del siglo XIX, las intersecciones comenzaron a experimentar un aumento significativo en el volumen de tráfico.

En la práctica, la luz amarilla advierte peligros y previene accidentes y sus tiempos de duración son entre 3 y 6 segundos, dependiendo de las características de la vía.

Hoy en día pues, la luz amarilla es una señal universal que se encuentra en semáforos de todo el mundo. Es hablar de educación vial y concientización. Reflexiona sobre su uso.

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