El eterno comienzo

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El politólogo Ugo Pipitone dice que los mexicanos vivimos cada sexenio un eterno comienzo. Un ciclo de esperanza y de optimismo renovado, en el que los mexicanos creemos que con la llegada de un nuevo gobernante, en este caso la presidenta Claudia Sheinbaum, las cosas van a cambiar para bien. Por obra y gracia de los efluvios mágicos de la presidencia.

Nos ha pasado una y otra vez. La obra de Pipitone lo explica claramente, así que recomiendo a mis cuatro lectores que se remitan a esa obra denominada “Un eterno comienzo. La trampa circular del desarrollo mexicano”, para pasar a lo siguiente. Y lo siguiente es que desde ayer Claudia Sheinbaum Pardo se convirtió en presidenta constitucional de los Estados Unidos Mexicanos. Y la esperanza renace. Eso incluye la idea de que la presidenta Sheinbaum se distanciará, ideológica y materialmente, del expresidente López Obrador. Y ocurrirá, en algún momento, pero nada parece apuntar a que se dé en el corto plazo. Por el contrario, del discurso de Sheinbaum Pardo se puede dilucidar que lo del “segundo piso de la transformación” se lo toma en serio.

No solamente no habrá moderación ni se va a atemperar el camino ideológico marcado por López Obrador. Por el contrario, pareciera que se profundizarán —no quisiera decir que se radicalizará— algunas políticas y acciones de gobierno. Su discurso ha sido una calca —toda proporción guardada— de muchas de las expresiones del ideario de su antecesor.

Por ejemplo: la presidente Sheinbaum ha ratificado que se va a llevar a las urnas la elección de jueces, magistrados y ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. O ha defendido el paso de la Guardia Nacional a la Secretaría de la Defensa Nacional, rechazando que se trate de una militarización. Afirmó que la seguridad y la paz son fruto de la justicia, por lo que ratificó que la estrategia sigue siendo la atención a las causas, el fortalecimiento de la Guardia Nacional, la inteligencia e investigación y la coordinación. Afirmó, claramente, que no se repetirá la guerra contra el narcotráfico iniciada por Felipe Calderón Hinojosa.

Algunos verán con cierta esperanza la apuesta pública por una disminución de la producción petrolera y el envite por las energías verdes, aunque se trate de una columna vertebral del pensamiento de la profesional de la física que se convirtió en política y presidenta. En la línea que prologa al gobierno lopezobradorista, la pensión universal para adultos mayores, las becas Benito Juárez, el programa Sembrando Vida, Jóvenes Construyendo el Futuro, apoyo al campo, la Clínica es Nuestra, la Escuela es Nuestra y todos los Programas de Bienestar.

Continuidad. Al grado de ofrecer aquello de “no mentir, no robar, no traicionar”.

Y algo que veremos trascender: el feminismo del que la presidenta Sheinbaum hará bandera y del que personalmente será bandera. Presidenta con “A”, “abogada, científica, soldada, bombera, doctora, maestra, ingeniera, todo con “A”.

Histórico, claro. Eso no está a discusión. Pero hasta que no se demuestre lo contrario, un eterno comienzo.

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