La información más seria señala a 1325 -año dos casa en el calendario mexica- como el de la fundación de México-Tenochtitlan, por lo que la ahora capital del país podría celebrar sus siete siglos en 2025, dijo el historiador Xavier Noguez, profesor-investigador de El Colegio Mexiquense, quien presentó la conferencia «Tezcatlipoca: representación escultórica en el Museo Nacional de Antropología».
En lo que fue la penúltima de las conferencias del ciclo 2024 del seminario Arqueología y Etnohistoria de Mesoamérica, que supera los 15 años de continuidad con un público muy amplio, y que fue moderada por el presidente de la institución, Raymundo César Martínez García, el iconógrafo hizo un repaso accesible y muy amplio también de la importancia de una de las deidades aztecas más poderosas.
El estudioso destacó en diversos momentos de su exposición la riqueza del panteón divino azteca, la relevancia de los atavíos con que los dioses aparecen en esculturas y códices, así como de la genealogía de las divinidades, que por lo regular son presentadas por pares en busca de equilibrio, por ejemplo, entre la lluvia y el sol.
Noguez Ramírez expuso datos, fechas e información tomada de las fuentes más sólidas, como los trabajos de Alfonso Caso y Guilhem Olivier, códices y esculturas, que demuestran la complejidad de la cosmovisión de la que fue hasta la llegada de los españoles la nación más poderosa de Mesoamérica.
Tezcatlipoca es un dios incompleto, pues le falta un pie, y uno de los que tiene el mayor número de advocaciones, por ejemplo, la de espejo luminoso u otra en que aparece representado con el penacho de Moctezuma, el pavo o guajolote de jade y la viga que habla, entre muchas más.
El dios está representado como Yayauhqui (negro) y Tlatlauhqui (rojo), siendo el primero el más frecuente, aunque el segundo fue una deidad del amanecer, a veces más bien de color rosa, que está incluso, entre otros muchos objetos, en el tambor de Malinalco.
Tezcatlipoca era la deidad de los gobernantes y de los esclavos, a los que hacía, pero también protegía y liberaba; como el destino, era caprichoso y se le encuentra en la piedra del Sol, que no es un calendario, advirtió el investigador.
Xavier Noguez hizo un repaso cuidadoso de las representaciones de Tezcatlipoca en la sala azteca del Museo Nacional de Antropología e Historia y remitió a algunos pasajes de la historia del imperio, incluida la fiesta de Tóxcatl, que fue interrumpida por Pedro de Alvarado y derivó en la matanza del templo mayor al inicio de la conquista española.
Explicó el desarrollo de la fiesta de Tóxcatl con el joven que era seleccionado y tratado delicadamente durante un tiempo hasta llegar al día en que, tocando flautas que iba rompiendo, terminaba sacrificado.
El investigador de El Colegio Mexiquense reconoció que hay lagunas en la interpretación de las representaciones de las divinidades aztecas, destacadamente Tezcatlipoca, e hizo una descripción muy rica del llamado Teocalli de la Guerra, con base en el texto pionero de Alfonso Caso, y recomendó lecturas, como la de Henry Nicholson y en especial Guilhem Olivier, con su libro Tezcatlipoca. Burlas y metamorfosis de un dios azteca, a la vez que remitió a dos notas suyas publicadas este año en la revista Arqueología Mexicana.
La última conferencia del año del seminario Arqueología y Etnohistoria de Mesoamérica está programada para el 5 de diciembre, a la una de la tarde, en el Aula Mayor de El Colegio Mexiquense, con el título «El color en el arte nahua: dimensiones materiales, estéticas y simbólicas», que expondrá la doctora Elodie Dupey García, profesora-investigadora de la UNAM, y también será transmitida por redes sociales.