Esto es lo que dice la ciencia sobre el síndrome que hace que te despiertes de golpe por un ruido que no existe

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El síndrome de la cabeza explosiva (EHS por sus siglas en inglés), es un trastorno del sueño que provoca la percepción de un ruido fuerte y repentino justo al quedarse dormido o al despertar. Aunque estos sonidos pueden parecer explosiones, disparos o golpes, no provienen de ninguna fuente externa. A pesar de que el fenómeno no causa dolor físico, sí genera sobresaltos y ansiedad, afectando la calidad del descanso nocturno.

Especialistas aún no han determinado con exactitud qué lo provoca, pero algunas hipótesis sugieren que podría estar relacionado con una activación anómala del cerebro durante la transición entre el sueño y la vigilia (Foto: Especial).

Los especialistas aún no han determinado con exactitud qué lo provoca, pero algunas hipótesis sugieren que podría estar relacionado con una activación anómala del cerebro durante la transición entre el sueño y la vigilia. También se asocia con alteraciones en la fase REM y factores como el estrés, la fatiga extrema y la privación del sueño, que pueden aumentar la probabilidad de experimentar estos episodios.

Para diagnosticar este trastorno, los médicos se basan en la descripción de los síntomas y en descartar otras posibles afecciones, como convulsiones nocturnas o trastornos de ansiedad. Aunque el síndrome puede generar preocupación, los expertos aseguran que no representa un riesgo grave para la salud. Sin embargo, su impacto en la calidad del sueño puede ser significativo en algunas personas.

No existe un tratamiento específico, pero diversos enfoques pueden ayudar a reducir su frecuencia. Mejorar la higiene del sueño, aplicar técnicas de relajación y evitar el consumo de cafeína o estimulantes antes de dormir son algunas estrategias recomendadas. En casos más graves, los médicos pueden valorar el uso de medicamentos que regulen la actividad cerebral durante el descanso.

Consultar con un especialista en trastornos del sueño es fundamental para comprender el síndrome y recibir orientación sobre cómo manejarlo. Aunque su impacto varía en cada persona, adoptar hábitos saludables y reducir los factores de estrés puede contribuir a mejorar la calidad del sueño y minimizar la recurrencia de estos episodios.

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