Estamos cerca de que se cumplan dos meses del paro estudiantil en la Universidad Autónoma del Estado de México que hizo naufragar el periodo de Carlos Eduardo Barrera Díaz al frente de la Rectoría, trastocó los planes del relevo, hizo zozobrar la elección de Rectoría y ha forzado una reforma universitaria que al día de hoy se sigue discutiendo.
En el imaginario colectivo, la Universidad Autónoma del Estado de México está paralizada.
En los hechos, 40 por ciento de los espacios universitarios están en paro. Tal vez hasta menos, si consideramos los espacios fuera de Toluca. La UAEMEX —marca registrada— sigue trabajando, aunque incapaz de mostrar la imagen completa de los acontecimientos. Ha sido mucho más visible la agenda de los estudiantes en paro: la exigencia de la anulación del proceso de sucesión de la rectoría, la demanda de voto universal, mejoras en seguridad, atención psicológica, atención a denuncias de violencia de género, gratuidad de la educación, y auditoría a las finanzas de la UAEMEX, al grado que se ha instalado como elemento sustantivo para el regreso a las actividades y el eje alrededor del que gira el problema. Aunque la Universidad Autónoma del Estado de México siga en activo.
Los estudiantes en paro se apropiaron de la discusión y se les han sumado, de forma oportunista, opina el arriba firmante, algún grupo de docentes e investigadores que por años han jugado a ser opositores, y en esta ocasión sean comparsa y acompañamiento. El peso efectivo lo tiene el llamado “Enjambre Estudiantil Universitario”, una masa cuya composición y liderazgo han permanecido en la sombra, pero con suficiente fuerza como para conducir los destinos del problema, gestado —eso sí— por el referido ex rector.
Prevalece, por tanto, la idea de que las autoridades universitarias han hecho poco. O que el problema las ha rebasado. Y que el sartén lo tienen por el mango los estudiantes en paro. Pese a que dos terceras partes de la UAEMEX continúan con sus calendarios de trabajo, sus actividades, exámenes, investigaciones y esa cotidianeidad suya de ellos.
Algunas escuelas y facultades han optado por regresar a la normalidad en el transcurso de esta última semana, pero eso no parece haber hecho mella en el movimiento estudiantil. De hecho, pareciera que todo sigue igual y empeorando. Los paristas controlan la agenda y la conversación y en ello llevan una ventaja, además de la impresión de que les han cedido el campo de la batalla política.
El semestre terminó ya formalmente el 24 de junio con el “termino del periodo escolar”. Las vacaciones llegarán en unas tres semanas. No les queda mucho tiempo. Y tienen poco margen.