Umberto Eco dijo que la internet y las redes sociales le habían dado el derecho de hablar a una legión de idiotas que antes sólo lo hacían ante un vaso en la barra de un bar. El filósofo italiano decía que ese grupo era silenciados rápidamente y ahora tienen el mismo derecho a hablar que un premio Nobel.
Lo recordé a raíz de los rumores de falsos acontecimientos que hicieron que el comercio se atrincherara, a la espera de una invasión bárbara y delincuencial, como la que efectivamente ocurrió en 16 municipios del estado de México.
Pero yo no estoy completamente de acuerdo con Umberto Eco.
Yo creo que cualquiera que quiera emitir una opinión puede hacerlo. Que cualquiera puede usar su derecho a expresarse.
Pero también creo que de nuestra inteligencia depende creer en lo que esas legiones son capaces de decir. Que de nuestra capacidad de discernimiento depende descubrir donde hay una mentira y donde hay una verdad genuina. Que de nuestra capacidad de reflexión depende hacernos eco de noticias falsas o propagadas con la única intención de generar confusión y miedo.
Es cierto que hay saqueos, es cierto que muchos estamos molestos con el gasolinazo. Pero también es cierto que si no somos escépticos, nosotros sí nos convertiremos en una legión que viva con miedo y a merced de quienes propalan mentiras. Que nosotros seremos esa legión de idiotas, fáciles de manipular y engañar. De nosotros depende, no de las redes sociales ni de internet.
