Ya se hizo cotidiano en los aeropuertos de este país que los adultos mayores reciben trato preferente a la hora de abordar los aviones.
Pero ¿qué pasa en la vida en común con la prioridad hacia este grupo vulnerable?, ¿les cedemos el lugar para que pasen primero?, ¿respetamos los sitios asignados para ellos?, ¿nos comportamos con tolerancia y paciencia?
Ser anciano representa la disminución de la actividad física y mental; menor fuerza, reducción del sentido de la vista y también del oído así como tiempos de reacción. Eso sin contar las consecuencias de las enfermedades que sufren frecuentemente como hipertensión arterial, artrosis, cardiopatías, diabetes, demencia y bronconeumopatías.
Los ancianos requieren ayuda para realizar las actividades humanas básicas como levantarse, bañarse, comer, dormir y caminar pues se les dificultan y se cansan más rápidamente. ¿Porqué no habríamos de cederles el lugar en cuando los vemos en sitios públicos?
Ya es tiempo de que actuemos de manera comprensiva con los ancianos en las calles y no solo por obligación al momento de abordar aviones. Su sola condición física merece un trato digno y justo como el de pasar primero en cualquier circunstancia y condición.
