Optimismo

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Dicen que el pesimista es un optimista informado. Pues en lo relativo a Donald Trump siempre he sido pesimista.

Desde hace casi un año dije que iba a ganar la elección en Estados Unidos. Hoy creo que es muy probable que gane la reelección —y conste que faltan cuatro años—. Hoy también tengo la impresión de que nos preocupamos de más en México por mister Trump, porque ni habrá deportaciones masivas ni vendrá el apocalipsis zombie para nuestra república mexicana. También creo que el presidente de Estados Unidos emprenderá un programa de legalización de inmigrantes, incluyendo los de origen mexicano, y que las cosas continuarán sin sobresaltos.

No lo digo por puntada o por ocurrencia. Existe información de que a los paisanos les va a todo dar, a los que residen de manera legal, a los que tienen sus correspondientes permisos de trabajo y hasta a los ilegales que procuran ir derechitos y al corriente en todas sus obligaciones legales.

Mi optimismo crece cuando uno de los mayores críticos de Trump, el premio Nobel de Economía, Paul Krugman, vino a Toluca a decir que es más fácil que se declare la tercera guerra mundial a que se venga abajo el Tratado de Libre Comercio de América del Norte. ¿Por qué? Porque Estados Unidos y México están tan integrados económicamente que si el gobierno de Trump decide tomar medidas contra México terminará dándose un tiro en el pie. Bueno, él no lo dijo así, pero es fácil llegar a esa interpretación.

Krugman también dice que habrá cambios en el TLCAN. Pero serán mínimos, sólo para la foto. Para que Trump pueda decir que modificó el acuerdo y se cumpla su promesa de campaña. Pero ningún cambio de fondo, nada que atente contra la integración económica y comercial de América del Norte.

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