Los dragones de Komodo viven en cinco pequeñas islas en el sur de Indonesia y son considerados los lagartos más grandes del planeta, capaces de alcanzar los tres metros de longitud y superar los 70 kilogramos de peso. Pero lo que ha llamado la atención de los científicos no es su gran tamaño, sino la cantidad de patógenos que estos animales tienen en la boca, con al menos 57 especies de bacterias identificadas.
Esto sucede porque los lagartos tienen los dientes casi cubiertos por las encías y éstas se dañan con facilidad al masticar, de forma similar a lo que le sucede a las personas que tienen gingivitis. El resultado es que la saliva de estos animales tiene una gran cantidad de sangre, lo que supone un caldo de cultivo ideal para las bacterias.
Sin embargo, estos microorganismos no parecen dañar a los dragones, lo que ha llevado a los investigadores a preguntarse de dónde procede esta excepcional resistencia ante una cantidad de bacterias que mataría a muchas otras criaturas.
Ahora, gracias a un reciente estudio, no sólo sabemos que el secreto estaba en su sangre, ya que ésta posee unos fragmentos de proteínas antimicrobianas que parecen ayudarlos a resistir infecciones mortales, sino que a partir de esas proteínas los científicos han sido capaces de sintetizar una sustancia con poder antibiótico.
Este descubrimiento, que ha sido publicado en la revista ‘NPJ Biofilms and Microbiomes’, cobra especial relevancia porque podría conducir al desarrollo de nuevos fármacos capaces de combatir las nuevas superbacterias que se han vuelto resistentes a los antibióticos.
Estas bacterias multirresistentes representan una de las grandes amenazas de la humanidad. De hecho, diversas organizaciones internacionales llevan años alertando de la pérdida de eficacia de muchos de los medicamentos más utilizados, con lo que el desarrollo de nuevos antibióticos se ha convertido en una prioridad a nivel global. De no hacerlo, en 2050 las infecciones bacterianas podrían convertirse en la principal causa de muerte en el mundo, por delante incluso del cáncer.
Para llegar a desarrollar el nuevo compuesto, los investigadores se basaron en un estudio anterior en el que habían conseguido aislar unas sustancias de la sangre de estos animales, conocidas como péptidos antimicrobianos catiónicos. Estos péptidos son producidos por casi todas las criaturas vivas y son una parte esencial del sistema inmune, ya que presentan actividad antimicrobiana frente a bacterias, hongos y algunos virus.
A partir de uno de estos compuestos, los investigadores sintetizaron un nuevo péptido artificial al que bautizaron como DRGN-1 (con las consonantes de ‘dragón’) y comprobaron su reacción contra dos superbacterias, la Pseudomonas aeruginosa y Staphylococcus aureus.
Al hacerlo, observaron que las heridas infectadas que “habían sido tratadas con DRGN-1 cicatrizaron significativamente más rápido que las heridas no tratadas, o las heridas tratadas con otros péptidos” y concluyeron que “el DRGN-1 es un candidato ideal para ser utilizado como tratamiento tópico en heridas infectadas”.
*Agencia iD