Actualmente hasta el 30 por ciento del agua que aún se extrae del Sistema Lerma llega al Distrito Federal esto pese a que en el año de su nacimiento, 1951, estaba previsto para funcionar cómo máximo por 10 años, así lo reprochó la doctora en administración pública por la UNAM, Lorena Torres Bernardino, al advertir que estos formatos de suministro del líquido son ineficientes y pocos sustentables al medio ambiente.
De acuerdo con la especialista los sistemas de trasvase de agua generan desequilibrios graves y conflictos en las regiones que los soportan, pues en mayor medida traen la transformación del territorio por la creación de zonas agrícolas, estas al margen de la ley, las cuales terminan engrosando el déficit de agua.
Así mismo repercuten en el crecimiento descontrolado de la oferta de agua debido a la especulación urbana dentro de un modelo que dijo es insostenible en el tiempo.
Con ello afirma que el trasvase tiene un fuerte costo social pues parte de la generación de disputas por el recurso y desequilibrios sociales, ya que consigue disparar la demanda y mercado negro del agua propiciando la explotación de los acuíferos subterráneos.
Por lo cual sostiene es necesario un replanteamiento del régimen hídrico tema del cual asegura hay poco interés de los gobiernos por alcanzar o siquiera buscar nuevas fórmulas.
«Opciones las hay, los gobiernos tienen que asumir responsabilidades políticas y acuerdos pero a través del que existen mecanismos, como aprovechamiento de agua de lluvia y muchos más».
De forma paralela este sistema, dice, ha sido el gran generador de la catástrofe ecológica del Río Lerma.
Este sistema de trasvase entre cuencas fue el primero en construirse en la región por el estado de México y el Distrito Federal con un tiempo de vida de más de sesenta años pues su infraestructura actual también es usado por el Sistema Cutzamala.
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