El exgobernador del estado de México, Eruviel Ávila, encontró chamba en menos de un mes. ¡Vaya que en la política las cosas ocurren de otra manera sobre todo si de lucha de poder se trata!
Pero a pesar de ello el exmandatario no la tiene fácil. Tendrá que hacer negociaciones con individuos, grupos y organizaciones para lograr acuerdos.
Su nueva función como dirigente del PRI en la Ciudad de México, rumbo a las elecciones del próximo año, le demandará además valores entre la militancia como credibilidad, autoridad y empatía.
El problema es que cuando era dirigente estatal del PRI, en 2006, el partido se desplomó a un tercer lugar en las elecciones federales. Y como gobernador, se ha cuestionado su eficacia para combatir la inseguridad pública, su falta de transparencia y rendición de cuentas y carencia de don de gente.
El ex jefe del Ejecutivo estatal podrá asegurar que tiene un “proyecto ganador” para el 2018 en la capital del país pero sus hechos hablan por sí mismos. Mientras tanto, ya tiene de nuevo chamba y es doble: dirigir al PRI capitalino y convencer.
