Salvar el pellejo es un deporte que en estos días practican cotidianamente quienes se encuentran en las altas esferas del servicio público.
Algunos son verdaderos expertos. Aunque también se da en estratos menores: “Acúsame”, dicen con alto grado de cinismo a sus superiores jerárquicos cuando han cometido un error, a sabiendas de que no serán sujetos de ningún procedimiento disciplinario. Si acaso, les quitarán responsabilidades o tareas que son incapaces de llevar a cabo. Ellos, felices, desde luego por trabajar menos y seguir cobrando.
Pero ayer el secretario de Comunicaciones y Transportes, Gerardo Ruiz Esparza, acaba de inaugurar una era en la justificación de errores costosísimos. En el caso que nos ocupa, hasta vidas humanas.
En el caso del Paso Exprés, de Cuernavaca, Morelos, dijo ante diputados: No busquemos “responsables políticos”. Y agregó: esto no se resuelve con un “sacrificio político”. Pero fue más lejos: quienes deben ser castigados son los responsables de las omisiones y fallas en la construcción.
Qué curioso: el mexicano de a pie quisiera ver en este caso y en muchos otros un “sacrificio político”. Y de alto nivel.
Porque ni siquiera se ha ofrecido una indemnización a las familias de los muertos. “Sería una ofensa” para las familias, según Ruiz Esparza.
Y “chivos expiatorios”, sacrificios que no sean políticos, funcionarios sacrificables, seguro que habrá.
Porque como diría el escritor José Rubén Romero: el supremo gobierno jamás se equivoca…