El programa Aire Limpio para el valle de Toluca, cuya primera edición data de 1997, ha fracasado: el deterioro del aire y la creciente contaminación de la región metropolitana de Toluca lo comprueban. Los efectos de la falla de dos décadas de este programa se traducen en costos ambientales y humanos de hasta 35 mil millones de pesos.
En su primera edición, el documento estableció como meta general “se busca gradualmente menores niveles de contaminación como resultado del abatimiento del 40% de las emisiones de hidrocarburos, 50% de óxidos de nitrógeno y 40% de las partículas para el año 2000. Esto permitirá reducir de un 15% actual a un 10% máximo el número de días en que se exceden las normas de calidad del aire”.
En 2018, ni un solo día hubo buena calidad del aire en el valle de Toluca. En 20 años de sucesivos programas Aire Limpio, la primer meta que estableció el programa se diluyó entre nubes de contaminantes.
Siete documentos, incluyendo el vigente “Programa de Gestión para Mejorar la Calidad del Aire en el Estado de México” que se extiende hasta el año 2030, se han fijado objetivos semejantes con similares resultados parciales o negativos.
La meta se ha repetido en los documentos que se actualizan periódicamente. En el “Aire Limpio: Programa para el valle de Toluca 2007-2011”, el objetivo general del programa fue “revertir la tendencia ascendente de número de días en que se rebasa la norma de partículas suspendidas PM10, controlar los niveles de concentración de ozono y mantener dentro de la norma los restantes contaminantes criterio”.
Una de las metas generales de documento fue “disminuir gradualmente el número de días en que se rebasa la norma de calidad del aire”.
Tampoco se ha logrado.
Mucho más completo que sus predecesores, el programa Aire Limpio 2012-2017 también se impuso la meta de “reducir la emisión de contaminantes a la atmósfera, principalmente de material particulado, precursores de Ozono y Gases de Efecto Invernadero, mediante la implementación de las estrategias, medidas y acciones específicas para cada tipo de fuente de emisión”.
El programa 2018-2030 señala objetivos general y específicos semejantes: mejorar la calidad del aire, reducir la contaminación, robustecer los programas de prevención, fortalecer la comunicación y educación ambiental.
Pero después de 20 años, los resultados no llegan: la calidad del aire es regular en época de lluvias y mala el resto del año.
El propio documento indica que hay muertes asociadas a la elevada contaminación, además de infecciones respiratorias y otros males asociados a la mala calidad del aire: “como resultado de la Evaluación de Impactos a la Salud se obtuvo que, de cumplir con lo establecido en las NOM, se podrían evitar anualmente 2,212 muertes por PM2.5, 1,265 por PM10 y 35 por O3. Asimismo, se atribuyen 94,098 infecciones respiratorias agudas, 4,356 egresos cardiovasculares y 4,120 egresos respiratorios a la contaminación atmosférica”.
Agrega que en términos económicos —con base en estándares internacionales—, “los costos atribuibles a la contaminación del aire ascienden hasta 35 mil millones de pesos”. En términos de morbilidad, agrega, “los costos ascienden a 74 millones de pesos; este valor cuantifica los posibles beneficios directos al sistema de salud, y parcialmente al gasto o ingresos de la población”.
El programa 2018-2030 señala que hay riesgos adicionales a la zona del valle de Toluca: ya se han detectado que la Zona Metropolitana de Santiago Tianguistenco y otras tres zonas poblaciones del estado, ubicadas en la zona sur, Atlacomulco e Ixtapan de la Sal, carecen de monitoreo atmosférico “a pesar de tener características demográficas y económicas que fundamentan la necesidad de medir la calidad del aire en dichas zonas”.