A fin de iluminar carreteras, autopistas o ciclovías sin necesidad de energía eléctrica, el doctor en ciencias José Carlos Rubio, de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo (UMSNH), creó un cemento emisor de luz que tiene una duración de vida de cien años.
Explicó que el cemento tradicional es un polvo que al adicionarle agua se disuelve como una pastilla efervescente. “En ese momento se empieza a formar un ‘gel’, parecido al que se usa para el cabello, pero mucho más sólido y resistente; también se crean hojuelas o cristales que son subproductos no deseados en el cemento endurecido”.
Por esto, el investigador se enfocó en modificar la microestructura del cemento a fin de que no tuviera cristales y fuera totalmente gel, logrando que absorbiera la energía solar y luego la regresara al medio ambiente en forma de luz.
El doctor en ciencias detalló que en 2015 la producción de cemento a nivel mundial fue de cuatro billones de toneladas, área donde el nuevo material tiene un mercado ampliamente comercial.
Por la mañana el edificio, carretera, camino o plataforma petrolera que cuente con el nuevo cemento puede absorber la energía solar y emitirla durante la noche hasta por doce horas.
“Aunque el día esté nublado, con los pocos rayos que llegan es suficiente para recargarse, incluso puede usarse en espacios con poca luz como un baño”, detalló el científico.
El investigador José Carlos Rubio explicó que la mayoría de los materiales fluorescentes están hechos de plástico y duran en promedio tres años porque se deterioran con los rayos ultravioleta; sin embargo, el cemento creado por la universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo es resistente al Sol y tiene un tiempo de vida aproximado de cien años.
Además, es ecológico porque se hace de arena, tierra o arcilla lo cual forma el gel, y durante su fabricación sólo se libera vapor de agua. Actualmente existe en color azul y verde, y la intensidad de luminiscencia puede regularse para evitar deslumbrar a los ciclistas o automovilistas.
El proyecto mexicano ha inspirado a otras naciones para seguir la línea de investigación. “A partir de esta patente (que es la primera para la universidad) se han derivado otras a nivel mundial. En Reino Unido recibimos el reconocimiento por el fondo Newton que brinda la Academia Real de Ingeniería de Londres, la cual elige a nivel mundial casos de éxito de transferencia tecnológica y de emprendimiento”.
Actualmente, la investigación se encuentra en la etapa de transferencia y comercialización y se busca su aplicación en yeso y otros productos para la construcción.