Con sus primeros dos mil 200 pasajeros, el lunes pasado se echó a volar el nuevo Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA), ubicado en la antigua Base Aérea Militar de Santa Lucía. Con él, se pone en marcha el planeado sistema metropolitano de aeropuertos —nótense las minúsculas— que incluye al desolado aeropuerto de Toluca.
Que parece que tiene un futuro aún más amargo que su presente. Cayendo en picada.
Empezando porque la línea aérea venezolana, Conviasa, decidió trasladar sus operaciones al nuevo aeropuerto, dejando sus viajes con destino a Toluca. Con eso se repite la historia, la de las aerolíneas que abandonan la terminal aérea toluqueña, esta vez en circunstancias menos favorables para el puerto aéreo de la capital mexiquense, porque el gobierno federal impulsará a su recién nacido AIFA.
Paradógicamente, el auge y la debacle del aeropuerto de Toluca se le debe al gobierno de Enrique Peña Nieto, que como gobernador vio el florecimiento de la terminal aérea y como presidente la llevó directamente a pique.
No, el aeropuerto de Toluca no está en el olvido. Deliberadamente se le llevó al estatus actual, en el que tuvo 70 mil pasajeros en el primer semestre de 2021, que son una cifra ínfima frente a los 4 millones de viajeros que tuvo en su momento culmen.
Sucedió que el gobierno federal de Enrique Peña, en vez de alentar el crecimiento de la terminal aérea de Toluca y anclar a las “aerolíneas de bajo costo”, les concedió su petición de espacios en el aeropuerto de la Ciudad de México. Acto seguido, se fueron volando. Y como diría el filósofo Cornelio Reyna, el aeropuerto “Adolfo López Mateos” de la capirucha mexiquense “se cayó de la nube en que andaba”.
No fue obra de la casualidad ni de las fuerzas del mercado. Se trató de una cadena de decisiones, tomadas por mexiquenses, que incluso hicieron la pantomima de comprar más terrenos para construir otra pista para ampliar la capacidad del aeropuerto. Hoy el aeropuerto de Toluca podría atender a 10 millones de pasajeros al año con facilidad, y apenas atiende a la centésima parte. El gobierno federal de un mexiquense y sus funcionarios decidieron darle un “bajonazo” y administrarle la puntilla a la terminal aérea de Toluca.
Ahora, el gobierno federal plantea conformar un sistema metropolitano de aeropuertos, sin que se sepa a ciencia cierta qué papel jugará el aeropuerto de Toluca, hoy desierto de vuelos comerciales. Además, el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles tiene instalaciones para vuelos de carga y también para aeronaves privadas, sectores a los que atiende hoy el aeropuerto toluqueño.
No parece que haya un escenario positivo o esperanzador para una conexión aérea desde Toluca, con excepción de la continuidad de los vuelos de aviación general, que están vedados para el mexicano de a pie. Toluca anda volando bajo. El aeropuerto no es la excepción.