Todos en algún momento nos sentimos agotados. Extenuados en el día a día, en el que el trabajo consume una parte importante de nuestro tiempo, nuestras responsabilidades domésticas y familiares otra porción y hasta aquello de estar al día en las conexiones digitales.
Pero el agotamiento ha pasado de ser un momento al final del día, o de la semana, a ser un presente continuo y continuado para muchas personas.
El síndrome del quemado está hoy más presente que nunca. Depende del estudio o de la fuente, pero en México un grupo de entre 53 y 75 por ciento de los trabajadores se siente emocionalmente agotado por el trabajo. México es uno de los países con mayor prevalencia del síndrome de burnout, superando a China y Estados Unidos.
En buena medida, la tecnología tiene la culpa. El trabajo se filtró al hogar y la vida privada debido a la pandemia y la tecnología de las comunicaciones ayudó a hacer muy porosa la frontera entre ambos mundos. El agotamiento viene del tiempo que le dedicamos al trabajo.
Hace casi 100 años John Maynard Keynes, economista premio Nobel, pronosticó que la semana laboral en el siglo XXI sería de 15 horas. El pronóstico ahora es absolutamente herrado. Trabajamos más que nunca y nos sentimos exhaustos.
