¿Por qué esa necedad de ofender a las mujeres cuando van al volante?, ¿de gritarles groserías y retarlas? La agresión hacia las mujeres al volante puede ser percibida como un reflejo del machismo, donde se buscan reafirmar roles tradicionales de género y mantener la superioridad masculina. Se da también con comentarios sexistas, bocinazos excesivos y los gestos. Pero todo esto es una forma de violencia y se enmarca dentro de la categoría de violencia psicológica o emocional.
La violencia psicológica por sí misma se refiere a un conjunto de comportamientos y actitudes que buscan controlar, dominar, manipular y humillar a una persona. En relación con la conducción, al asumir que las mujeres no saben mover un vehículo bien; decirles: «Mujer tenías que ser», o «Ponte a hacer otra cosa». Llamarlas “tontas” o algo peor. Nadie nace sabiendo manejar y los hombres también se distraen, cometen errores, no utilizan la lógica en situaciones determinadas.
Existen incluso hombres que oyen o saben de discriminación, pero no siempre comprenden, están dispuestos o se niegan a analizar su impacto real o cómo sus acciones afectan a las mujeres. Así, pueden haber campañas de divulgación de mostrar a mujeres que son exitosas en la conducción de vehículos, si los hombres no se quieren dar cuenta de que la violencia perpetúa un ambiente hostil. Hay que ponerse a pensar pues que la discriminación genera ansiedad, estrés, baja autoestima, trastornos del estado de ánimo, inseguridad, aislamiento y otros. ¿Es tan difícil no ofender a una mujer al volante?
De seguir así podríamos considerar el factor de que una agresión en la conducción no se denuncia y quienes lo hacen quedan impunes. Aquí estaríamos hablando de contar con infracciones o multas, penas de prisión. Hay que empezar hoy y acabar con los insultos y agresiones a las mujeres conductoras para tener un ambiente vial más respetuoso y tolerante.