Toluca es una de las ciudades más contaminadas de la república mexicana. Esa es una verdad de a kilo desde hace un par de lustros.
Lo dicen las estadísticas oficiales de la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales, las de la Secretaría del Medio Ambiente estatal y hace unos pocos años apareció en el nada honroso cuarto lugar mundial de ciudades contaminadas del Informe Mundial sobre la Calidad del Aire elaborado por la compañía IQAir.
La Zona Metropolitana del Valle de Toluca tiene sus días buenos, con el cielo claro y el aire limpio. Pero desde hace algunos años son re pocos. En cambio, tiene sus días re malos perfectamente identificados. Particularmente el 25 de diciembre y el 1 de enero, además de algunos días por el mes de mayo.
Cada año, los habitantes del valle de Toluca hacen (hacemos) de las suyas. Con singular alegría, dispuestos a recibir el año como Dios manda, encendemos fogatas en la calle, le prendemos fuego a las llantas viejas, y nos reunimos en torno al calorcito que emanan las llamas, que se prolongan por horas hasta lograr que las región metropolitana de la capital del estado de México se ahogue en su propio humo. El frío, la inversión térmica, el poco viento, la escasa humedad, hacen lo suyo y nos quedamos debajo de una capa de hollín, polvo y quién sabe cuantas sustancias.
Y sí, las autoridades tienen su responsabilidad en el asunto, pero somos los habitantes de la región metropolitana de Toluca los que tenemos una carga mayor.
Por el lado de la responsabilidad gubernamental, existen documentos normativos como el programa Aire Limpio para el Valle de Toluca que data de 1997 y que tiene muchos pendientes, puesto que en vez de reducir o contener la contaminación, ésta ha crecido de forma constante. Además, desde el 2012 existe un Programa Municipal de Cambio Climático —con sus distintas denominaciones— que se ha quedado a medias y tampoco abonó a la mejoría de la calidad del aire. Sin olvidar que en estos programas se omiten acciones para evitar o minimizar las anuales hogueras, aunque todos saben que son uno de los grandes generadores de partículas suspendidas.
Por el lado de la población, nuestra conciencia ambiental es mínima. Mientras pasemos alegres la llegada del año nuevo, nos importa un comino lo demás. Con los pulmones tiznados, temblorosos por la desvelada y ojerosos por la trasnochada. Contaminados por la fogata pero contentos de comenzar el año. Como dice la canción, “hasta donde el cuerpo aguante… que al cabo, mundo, ahí te quedas”.
El valle de Toluca ocupa el primer sitio nacional entre las ciudades que incumplieron con los límites permitidos de partículas suspendidas. La mitad de los días en el año, los pasamos por encima de la norma, es decir, con mala calidad del aire. Inconcientes y despreocupados. Pero que tengamos una ciudad limpia y sin contaminación depende de todos. No sólo del gobierno.