En México existe una tendencia de sobrepeso y obesidad en mujeres de entre 20 y 49 años, es decir, en edad reproductiva. Al dar a luz en esta condición, por efecto de la alteración es hormonal la leche materna adquiere la característica de ser obesogénica lo que resulta en un mayor crecimiento y anormalidades en la composición corporal del infante, así como alto riesgo a desarrollar sobrepeso u obesidad en la vida adulta.
Sobre esta línea de investigación trabaja Maricela Cruz Rodríguez, del Centro Médico Nacional Siglo XXI, quien mencionó al portal de Investigación y Desarrollo (InvDes) que la leche materna es la forma idónea de aportar nutrimentos a un bebé desde su nacimiento y hasta los seis meses, pues brinda muchos beneficios tanto para el lactante como para la madre debido a sus componentes.
“Cuando las mujeres tienen sobrepeso u obesidad, algunas hormonas se encuentran en cantidades diferentes a las observadas en mujeres con peso normal y se ha reportado que estas modificaciones podrían influir en el crecimiento de los recién nacidos y que incluso los puede predisponer a desarrollar sobrepeso u obesidad en etapas posteriores de la vida”.
En entrevista publicada por la Academia Mexicana de Ciencias, la especialista aclaró que hasta ahora existen algunos acercamientos que señalan que el estado nutricional de la madre, como la obesidad, tiene un efecto en la secreción de hormonas anorexigénicas (que suprimen el apetito) y hormonas orexigénicas (activan el apetito) en la leche y que como resultado pueden tener un efecto en el desarrollo del infante. Sin embargo, hace falta seguir con la investigación.
“En nuestras investigaciones hemos evaluado hormonas anoxigénicas como la insulina, leptina, obestatina y adiponectina, y hormonas orexigénicas como la grelina y resistina”. La evidencia científica reportada sugiere que éstas podrían regular el crecimiento y desarrollo neonatal del infante, además de regular el control del apetito en etapas posteriores de la vida, programar la ingesta de alimento y la regulación de la composición corporal.
Hasta el momento, los resultados de la investigación demuestran que la masa grasa de las mujeres tiene un efecto sobre la secreción de las hormonas que se analizaron. “Por ejemplo, si la masa grasa aumenta, también se incrementa la secreción de insulina y de IGF-1 en el suero y en la leche. Por el contrario, en el caso de la obestatina se observa que, si aumenta la masa grasa de las madres, disminuye la cantidad de esta hormona en el suero y en la leche, por tanto, esta hormona tiene un efecto anorexigénica, es decir, suprime el apetito”.
Donde hay un poco más de evidencia es en el factor de crecimiento IGF-1 e insulina, pues se ha visto que existe una asociación directa entre la concentración de estas hormonas con una mayor ganancia de peso y del crecimiento en el infante.
Para concluir, la investigadora de la Unidad de Investigación Médica en Nutrición (UIMN) del Centro Médico Nacional Siglo XXI del IMSS dijo que no pretende dar el mensaje de que las mujeres obesas no deben amamantar, sino que deben tenerse en cuenta algunas consideraciones, como embarazo planeado y disminución de peso antes de éste, controlar la ingesta energética y el incremento excesivo de peso en la gestación.