Los organismos internacionales constantemente señalan que si hay algo que falla en México es el estado de derecho.
Tenemos una Constitución que establece un marco legal que es espléndido, leyes muy bonitas, reglamentos de extraordinaria manufactura, normas específicas que da gusto… pero vivimos en la anarquía.
La anarquía que no es otra cosa que la ausencia de una estructura gubernamental que haga cumplir esas leyes tan lindas que nos hemos dado los mexicanos.
Ahí es donde los organismos internacionales y locales —podría mencionar muchos, pero ahí está la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, el Centro Woodrow Wilson y Transparencia Internacional, el Instituto Mexicano para la Competitividad, la Confederación Patronal de la República Mexicana, el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM— señalan que las instituciones mexicanas están en falta, y donde se genera esa principalísima carencia del país.
Que se percibe en asuntos de la mayor importancia y trascendencia, como la malversación y desvío de recursos públicos en cantidades estratosféricas. En temas vitales, como la existencia de una masa enorme de mexicanos que viven de y en la economía informal. Pero también en la vida cotidiana, como en el hecho de que en un estacionamiento te pueden cobrar 50 pesos por media hora —con el argumento de que su tarifa es por tiempo libre— y en otro la hora completa te cuesta 10.
La anarquía se expresa en que ninguna institución, oficina o servidor público pone remedio a asuntos grandes o chiquitos que evidentemente están fuera de la ley. La gran falla de México que también se expresa en la impunidad de la que gozan quienes infringen la ley.